lunes, 28 de diciembre de 2015

Caricias

La naturaleza le extirpó uno de sus sentidos. Y ella escuchó la melodía del amor, a través de las caricias.

viernes, 18 de diciembre de 2015

Incertidumbre en libertad

Mi espalda serena esta sostenida por el lago, pero la cascada hace ruido
Se lo que quiero para mañana, pero no se qué quiere mañana para mi
La hoja está en blanco
Intento trazar renglones, pero se rehúsan
Me dejo llevar
Al rato quiero  tener todo impecablemente organizado
Quiero  descansar
Pero que trabajo me da no hacer nada
Las manos se me van, de tanta repetición
Y los pensamientos se cruzan, para no pensar
El tiempo pasa rápidamente lento y no sé qué pasa
La  incertidumbre me seduce
Alivia y aterra
La certeza aburre
La rutina me encandila, abruma mis ideas
La novedad me libera
Quiero hacer dormir a los pensamientos insomnes
Para ver con mayor claridad
La marea me quiere arrastrar, pero resisto
Ayer pasó distinto, hoy vivo, y mañana veré
Los días son sabrosos, eligiendo que hacer
La tempestad etérea es efervescente
A veces elijo bien, otras me eligen
Lo de ayer es onírico, lo de hoy efímero y mañana eterno
La música me hace viajar, el aroma también
Viajar me inunda de adrenalina, y aprender lo mismo
Los caminos le dan oxigeno a la vida
Y todos los caminos conducen a Roma, pero yo no quiero ir ahí
La experiencia la gozo y lo nuevo me acaricia
El inicio ya está, el nudo se escurre entre mis dedos, y del desenlace ni hablar…



domingo, 13 de diciembre de 2015

Te amo

Te veo y me completas.
Te miro y me pasa de todo.
Te observo y me da tranquilidad.
Te descubro cada día.
Te siento y me quemo por dentro.
Mi piel con tu piel, gritan risas.
Sensaciones que no tienen explicación.
Te toco, el placer entra por la mano y me recorre todo el cuerpo.
Te escucho y me estremezco.
Te huelo y hago una fiesta.
Te tengo y vivo.
Con vos todo es más fácil, porque te tengo porque te quiero conmigo.
Nuestras lenguas boreales se enredan.
Cuerpo con cuerpo se fusionan y es onírico.
Mis labios recorren toda tu piel y se derriten.

Te quiero conmigo, porque te amo.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Fuente de Oxígeno

La semilla, tierna por dentro, da a luz. 
Sobre la cascara externa comienzan a brotar pequeños trozos de lo que va a ser. Desde abajo arrancan con cautela, queriendo salir corriendo de lo oscuro, para asomarse a la vida.

Las raíces comienzan a fluir, alargándose. Penetran la tierra, sin temor a lo negro. Se adaptan y buscan hasta encontrar su comodidad, sin cesar de crecer.

Mientras el suelo lo amamanta. El sol y la clorofila hacen lo suyo.

…La tierra. Mulata. Le abre paso con todo respeto…

La rigidez áspera de su tronco, impone presencia y empieza a expandirse. Genera ramas que se visten con hojas pintadas de varios colores.
…Aromas divinos. Flores incandescentes…

Se adecuan a cada estación y a cada región….


para seguir viviendo y hacernos vivir.


martes, 8 de diciembre de 2015

Amantes

Me fui... dando pasos tenues, no quería pisar muy fuerte ni tampoco que pasen desapercibidos. La brisa húmeda empapaba mi cuerpo desnudo. Con una mano llevaba toda mi ropa, la otra la había usado para cerrar la puerta. Frené. La brisa se calmó y comencé a vestirme. Seguí caminando, el destino era incierto, tan incierto como la decisión que había tomado. ¿Hice bien en irme?
Ya me estaba yendo. Por orgullo, tal vez, no había vuelta atrás. Sabía que si me iba en mitad de la noche, era la última vez. Pero así lo hice,  puede ser por cobarde o por cómoda, quizás también puede ser por costumbre. Pero lo cierto es que lo hice y ya no había vuelta atrás. El destino comenzó a ser certero, y llegué a mi casa.

Con extremada cautela coloqué la llave en la cerradura, solo se escuchaba el chillido de la bisagra. Entré y el aroma de la rutina se me vino encima. Esta vez sí, los pasos tenían que pasar desapercibidos. Deje toda mi ropa y me acosté. Al lado tenia a mi marido, sentí tranquilidad y desánimo al mismo tiempo.


domingo, 6 de diciembre de 2015

Desencuentro

Era una noche negra. Queríamos pasar desapercibidos pero la luna grande y amarilla iluminaba todo. Estábamos los dos sentados en el banco. La suavidad del aire cálido nos rosaba a cada instante. El silencio era tan amplio que aturdía nuestros oídos. Y de a poco nos empezamos a soltar al compás de la brisa. Las palabras eran ásperas, pero salían de su dulce garganta. A pesar de eso, yo quería decirlo y no me animaba. Creo que los dos sabíamos para que estábamos. Pero no era para lo mismo.

Mi timidez me envolvía. Entonces escribí la palabra en el lápiz labial, y le di un beso, quedó grabada en su boca. Como sus labios estaban desnudos, enseguida entendió que lo amaba.


El no supo qué hacer con eso que le llegó, su boca comenzó a enredarse, porque él, no estaba para lo mismo. Había ido justamente para lo contrario.



Lo que da que hablar…

Salgo a la vereda. Giro mi cabeza. Observo. Hay mucha gente. Alguien pasa en auto sin saludar. La vecina concentrada en hacer entrar a los nenes que llegan de la escuela. El kiosquero fuma un pucho y Norma, sentada, mira el piso hundida en sus pensamientos.


Arriba, el  cielo comienza  a tener  dibujos blancos y suaves,  con diversas formas amigables y maléficas.  Luego de una pincelada  los dibujos se tiñen de gris y de a poco comienza a subir el tono. Ya pierden su ternura.
                              Y  dan qué hablar.
En el suelo las hojas de los árboles corren, hacen rondas y bailan a un compás. El viento, que comienza suave, aumenta su velocidad. El ritmo del silbido se torna  cada vez más agudo.
                                Y da  qué hablar.
Los árboles erguidos muestran su espléndido verde. Más tarde se inclinan todos para el mismo lado. El perfume del aire a tilo y a jazmines se convierte en olor a tierra mojada.
                                  Y da que hablar.

La temperatura empieza  a bajar.
Siento las gotas que acarician mi rostro. A mis oídos llegan bullicios y pasos fuertes. Las ruedas de los autos resbalan por la humedad. El kiosquero reniega porque se le apagó el pucho.           
                                          Y da qué hablar.

Norma entra a la velocidad de la luz y los nenes reciben el grito de la madre ordenándoles que se apuren. Todos  buscan rápidamente un refugio. Es  un instante y de golpe no quedó un alma, se siente el vacío.
                                      Y da que hablar.
Dejo que las gotas caigan, fluyan sobre mi cuerpo. Gozo de la libertad y de la lluvia en mí. Entro. Los truenos y relámpagos se hacen notar. Miro por la ventana y en la calle no hay nadie. Cierro los ojos y comienzo a disfrutar de la música que teclean las gotas sobre la chapa.

                                           Y  ya no da qué hablar…

viernes, 4 de diciembre de 2015

Noche

El crepúsculo me toca con el dedo por la espalda.
Me hago la tonta, no quiero.
La oscuridad se hacía notar cada vez más, y el crepúsculo insistía en mi espalda.
Me hago la tonta, no quiero.
De celeste oscuro, azul y negro.
Llega la noche.
El crepúsculo no jode más.
Me hago la tonta, no quiero.
Negro, negro y negro enfrente de mis ojos.
Llegó la noche.

Y, no quería...

Desilusión

La calle está despejada. Es un día de esos que no dicen mucho. El cielo está totalmente cubierto por nubes. Algunas más claras y otras que se imponen. Se escucha el silencio de la ciudad desértica.
Vamos de la mano, caminamos de acá para allá como si estuviéramos enredadas. Yo la miro desde abajo, y cada paso que da son tres míos. Por momentos voy a la rastra. Aceleramos la marcha, frenamos, piensa y luego volvemos.
Cuando se distrae, su cara repercute preocupación, pero si se da cuenta que la estoy mirando enseguida me transmite serenidad. El ímpetu de su destreza no lo puede disimular. Su mano me comienza a transmitir sudor y fragilidad. No sé qué pasa, pero confío. Ella nunca me defraudó, siempre me cuidó. Me entrego a su abrigo, y siento el calor de la tranquilidad.
 Frenamos, la rigidez de la mano se sintió. Yo no decía ni mú. Ella mira hacia ambos lados como si estuviera en una encrucijada, en medio de una laguna. Esta vez no ocultó el desasosiego.

Nos perdimos, dice mi madre…

                           …… y el mundo se me cayó.





Acordeón

Los amplios anteojos marrones.
Tus largas y delgadas piernas castañas, que siempre cruzabas.
 Vos sentado en aquel sillón. Tu trono.

Con tus nietos hacías música, a mi me tocaba el acordeón.
Vendías y hacías juguetes, el sueño de cualquier niño.
Vos tan largo y tu cigarro tan corto.

 No tengo  más recuerdos.
Solo momentos inmóviles, reflejados en fotos.
Y fueron 7 años. Los borré.

Sé, que todos te querían.
Artesano.
Y por eso, me quedé con más ganas.

Estuve donde no tenía que estar, para enterarme antes, de tu final. Algo me perturba;  te caracterizaba la bondad y lo servicial.


Siempre me quedó por preguntar; ¿De qué te querías escapar?

La ironía del juego

Hidalgo estaba sentado en la penumbra del comedor de su casa. Miraba el reloj seguido. Su mamá, con el delantal de cocina puesto le repetía; “aún es la hora de la siesta”. Llegado el momento, todos los chicos se reunían y comenzaba la travesía. Algunos corrían  y otros en bicicleta, iban en busca de aquel lugar. Él tenía la suya, pero en ocasiones, corría, para acompañar a Juan y a sus hermanos.
   Juan tenía 8 hermanos. A la mañana iba a la escuela. Cada día lavaba su ropa para llegar impecable.  En clase clavaba los ojos en los renglones en blanco del cuaderno. Aprendía lo que podía. En el recreo se sentaba utilizando paredes como respaldo mientras perdía su mirada. Las agujas del reloj para él estaban clavadas. Pero no decía ni mú. 
   Terminado el escaso almuerzo, Juan  hacía la tarea. Se sentaba sin recibir órdenes y tampoco ayuda. Finalizados los deberes salía en busca de sus vecinos para jugar. Bah… ellos jugaban.
   Juan, Hidalgo y  algunos más, llegaban a ese lugar que tanto les gustaba. Corrían, cortaban frutas, se las tiraban entre ellos, buscaban escondites, cazaban palomas y varias travesuras más. Cuando comenzaba a bajar el sol, las voces se esfumaban y quedaban los vestigios del juego: frutas aplastadas, palomas muertas…
   Los chicos empezaban a desaparecer, pero Hidalgo siempre esperaba a Juan, su fiel amigo, 
-Andá Hidalgo, yo espero a mis hermanos. Así mamá no nos reta.
   Era probable que cuando llegaran, su mamá no estuviera, pero a Juan le gustaba decir eso.
   Y así pasaba la infancia entre frutas y palomas; juego y hambre; ironías y realidades; angustia y amistad.
   Los días de lluvia nadie salía a jugar. Todos se divertían esperando que por la ventana se asomara el arco iris. Para Juan, el arco iris perdía sus colores. 
   Lo que no entendía Hidalgo, es por qué Juan nunca quería volver con él. Le ofrecía su bicicleta, sabía que adoraba  deslizarse sobre las dos ruedas como si se comiera el mundo, pero tampoco así aceptaba.
   Hidalgo luego del ofrecimiento, cabizbajo y dubitativo, volvía a su casa. 
Y un día…cuándo el sol daba la señal del regreso, preguntó:
-Juan ¿Por qué nunca te querés volver conmigo?
-Porque espero a mis hermanos. Mis padres quieren que volvamos juntos.
Pero Hidalgo no se quedó  conforme. Al otro día, saludó a Juan sin preguntar nada. Tomó la bicicleta del manubrio con calma y comenzó a caminar. Pasos intranquilos. Cada tanto miraba hacía atrás. Cuando llegó a la esquina, en silencio dejó la bicicleta en el piso. No le importaba que lo retaran por llegar retrasado. Solo quería entender a su amigo para brindarse. Clavó la mirada expectante.
   Pasó el tiempo. Hidalgo comienza a inquietarse. No quería llegar muy tarde porque la penitencia iba a ser fuerte. Pero ya estaba ahí. Solo le quedaba esperar. 
   A sus oídos comienzan a llegar varias voces y pasos bien marcados. Se oculta mejor. No quiere que su amigo se enoje y espera…
   Era Juan con sus  hermanos. Hidalgo  observa. Se queda un rato pensando y atónito vuelve a mirar. Eran ellos.  Cada uno abrazaba los vestigios de las frutas y carnes de guerra. Hidalgo entiende… 
   
            Juan no iba a jugar.








miércoles, 28 de octubre de 2015

Luna

Digna de venerar
tu aura dorada te entibia
blancura fría, nieve divina.

El crepúsculo tu aliado,
te libera de la centinela.

Suspendida al compás del universo
luz rebelde frente al negro
presente en todo lo inmenso al mismo tiempo.

Humilde a la dignidad divina
siempre desde arriba
pero para abajo  mira.

De tu ombligo salen grietas,
caminos infinitos, que vuelven al centro
y del centro salen, dejando el surco del sudor.

Te envuelve un polvo brillante, y
tus raíces invisibles, ancladas en las mareas.

Almacigo de la energía.

…Inocencia etérea, incandescencia posesiva…



miércoles, 14 de octubre de 2015

Olvidos que duelen

Tan acostumbrada a que cuides de mí y de a poco el rol se fue invirtiendo,  soy yo quien cuida de ti.  Arrancaron los olvidos esporádicos, esos que hasta tomamos con humor. Luego comenzaron a ser cada vez más frecuentes, pero  parecía que elegías que recordar y que no. Ahora ya no elegís. Tus olvidos te privaron de la libertad de viajar en el recuerdo.
 Tu pasado intacto está aferrado a la memoria. Tu presente tan volátil como el alcohol.
       
  ….Cada acto se vuelve efímero en el recuerdo….

A medida que el olvido se vuelve rutina, mis ojos se entristecen. Pasaste de no recordar tus andanzas del fin de semana, a olvidar  que almorzaste hace un rato. Sabías todo sobre mí, ahora hasta se te esfuma mi vida.

…Tu refugio para mi es el arte, para vos la pintura…

Te rehúsas a no recordar, y eso habla de tu fortaleza y valentía. Por eso la insistencia de querer  volver a cada olvido, preguntando una y otra vez. Y yo, ejercité mi paciencia para responderte, hasta sentirte bien.
Ver cómo se van evaporando los recuerdos, y lo sublime de cada información que recibís me hacen temblar como un niño. El esfuerzo por querer recordar algo, es un acto en vano, angustiante para todos.
Te caracteriza la magia de salir corriendo del olvido, con una risa, o un chiste tan vivo como tus ganas de seguir recordando.

 Pasa el tiempo y el recordar es cada vez más fugaz. Aún me reconoces, pero no quiero ni imaginar el día en que no sepas quien te abraza, mi mundo se desvanecerá.

viernes, 4 de septiembre de 2015

En tiempos de; "me clavó el visto"

Me clavó el visto, es una frase que está en pañales, y que últimamente está en la boca de varias personas, entre amigos, familias, parejas. Es una sencilla frase, que trae entre  manos muchos problemas. Nuestros abuelos no entienden, no hay forma de explicárselos, nuestros padres entienden de qué se trata pero no les llega a generar sentimientos. Y a nosotros, vino a perturbarnos lejos de simplificarnos las cosas.
Esta hermosa herramienta creada no hace mucho, nos hace esclavos del celular y pensamientos en vano. Antes uno mandaba un mensaje de texto y esperaba una respuesta, los mensajes eran caros, entonces se escribía lo concreto y necesario o se llamaba por teléfono cuando era algo más largo e importante, y ni hablar de la libertad cuando no existía el celular.
En cambio ahora la secuencia es muy distinta, primero enviamos un whatsapp, o un mensaje por facebook, esperamos un rato de no más de 3 minutos y volvemos a mirar para ver si el mensaje se envió, corroborado el destino del mensaje , nos creemos tranquilos y dejamos el celular como diciendo ya está, pasado unos minutos más y al no haber respuesta, volvemos a agarrar el celular para ver si clavó el famoso visto, esta vez zafamos de que ingresen los fantasmas y seguimos esperando, al volver a mirar y ver el visto bien clavado, la mente comienza a divagar, los fantasmas de los pensamientos ingresan sin pedir permiso.
Y acá comienza la secuencia de los pensamientos en vano que caen como cataratas,  primero me quiero hacer la que no me afecta pensando en positivo, tal vez  está ocupado o no puede hablar en este momento, vuelvo a dejar el celular y relajo, el tiempo de relax dura unos minutos. Y ahí comienza la odisea, vamos a ver la otra hermosa herramienta; "ultima hora de conexión", primero vemos que no se volvió a conectar, después que volvió pero tal vez entró y salió, al tiempo nos quedamos un rato esperando  vemos que está en línea, y sigue en línea, o sea que está hablando con otra persona, para otra persona tiene tiempo? ahí la mente que estaba en punto muerto, pone quinta de una y arrancan los pensamientos negativos; qué onda? porque no me va a contestar?, que le cuesta poner un ok, o después te escribo? O simplemente no tengo ganas de hablar con vos, pero que ponga algo! Por cuestiones de cortesía, de respeto, una respuesta, por más que no tenga ganas de hablar, no se le niega a nadie, al menos para dejar contenta a la persona que escribió.
Pensemos que sería que te claven el visto en vivo y en directo, vos estás hablando con una persona y de golpe, él otro no te mira más y no te responde, vos le hablas y no te responde, vemos que no sería nada agradable.
Hay personas que no se dejaron enroscar tanto por esta aplicación, y sencillamente si tienen que clavar un visto lo clavan y entienden a la persona que se los clavó. Hay otro tipo de personas que se hacen los que no están enroscados, y clavan vistos para llamar la atención, hacerse los relajados, y están bien pendientes.  Y está el otro tipo de personas, las más damnificadas por el tema , que son las que se enredan completamente con la causa, al punto de tenerle fobia a los dos tildes azules, capaces de enviar un mensaje y borrarlo al instante con tal de no ver aparecer los famosos tildes azules, este último tipo de personas no puede entender como existe alguien que, del otro lado del teléfono leyó un mensaje y no lo contestó, y demás está decir que jamás clavarían un visto ni a su peor enemigo, a lo sumo largan un Ok.
Para muchos, que le claven un visto es falta de interés y genera mal estar, para otros no contestar es una pavada.
Lo claro es que esta famosa herramienta de las redes sociales nos vino a complicar la existencia haciendo de un pequeño detalle muchos seres humanos más embobados con el celular, y ni hablar como aumentó el nivel de peleas y momentos tensos.

Inspirado en una amiga, que si delato su identidad, me clava el visto de por vida.



miércoles, 2 de septiembre de 2015

Los besos que caen de maduro (desafío Roman Borda)

Cada vez que se encontraban era una fiesta. No hacía falta que los astros se alinearan para verse. Los días y las noches los llamaban, y ellos estaban juntos, las palabras fluían, las caricias sobraban. Cada vez que Alba se levantaba, ya tenía un mensaje de saludo, era él, los pensamientos se entrecruzaban todo el día, el en ella y ella en él. Día por medio pactaban un encuentro, se disfrutaban, tenían muchos temas en común, gustos, música, lugares. Pero cada vez que terminaba el encuentro, Alba se iba con una sensación de una espina que la acariciaba, había algo que no entendía, no sabía porque todo terminaba en una suave y dulce caricia, y no avanzaban. Ya hacía meses que la atracción los unía y hacían de esos encuentros un regalo a la vida. Se hablaban,  se entendían, se respetaban, se reían, pero él no la besaba. Nadie entendía que pasaba, era tan obvio.
Alba con tanta pureza e inocencia seguía viéndolo, los momentos juntos cada vez eran más perfectos, ella se regocijaba en él, y el se reía en ella. Durante la noche las estrellas brillaban cada vez que los veían, y en el día el sol los agasajaba.
Todo parecía tan obvio, que el beso tenía que venir, el tiempo pasaba y Alba esperaba.
Las palpitaciones se hicieron presentes y Alba preguntó. El silencio la aturdía y ya no aguantaba más. Quedó intacta ante la respuesta, el vacío la cubrió entera, no podía hablar pero sus ojos gritaban.
El no la besaba porque estaba casado, la desilusión se hundió en el pecho de Alba, sus mejillas se comenzaron a humedecer y la soledad la llamaba, como iba a hacer, después de conocer la perfección mas imperfecta. El tiempo se dilató y los encuentros desaparecieron, el sol de Alba nunca más calentó, y sus amaneceres perdieron el color.



Literatura abstracta!

De un tiempo a esta parte he estado intrigada con la “literatura abstracta”, busqué algo de información y sinceramente no encontré demasiado.
Cuando me remito a la definición general de Arte Abstracto, entiendo por ello, que es el que prescinde de objetos reales, de objetos que ya están establecidos y tienen un significado. Y a través de las obras se propone una nueva realidad distinta a la existente.
Rechaza cualquier copia de modelo exterior a la conciencia del artista.
Cuando lo quiero traspasar a la literatura, lo primero que pienso es, ¿cuáles son las herramientas con las que trabajo?, así como los pintores trabajan con, líneas, puntos, sombras etc. Los escritores usan como herramientas las letras, no así las palabras, porque las palabras ya tienen un significado.
Lo que concluyo de todo esto, es que a partir de letras, se puede crear un escrito, rompiendo con todos los paradigmas establecidos. Sin usar palabras que ya tengan un significado externo. Usando uniones de letras, formando palabras nuevas, y que a su vez deje un mensaje o sea agradable de leer para al menos un lector.

Me parece un enorme desafío; encontrar literatura abstracta que guste, que se disfrute, que transmita.
Lo primero que me salió fue esto:

Acío sentu siusiusiu a marem seeeens zae. Maraia miam alaia zei.


Te desafío, te animas a escribir algo abstracto?



Ana

Ana decide irse a dormir, cuando cierra  la ventana observa y  la noche sigue  así, el cielo oscuro está  cubierto de nubes,  esas nubes casi amarillas que hacen que parezca   de día.
Se asoma  y respira humedad al mismo tiempo que siente como chocan en su cara gotitas microscópicas de agua.
Cierra la ventana, y como todas las noches controla que este todo en su lugar, palpa el picaporte de la puerta y controla todas las ventanas de una manera casi obsesiva. Deja la ropa  para el día siguiente bien doblada y con cuidado  que no la invada ninguna arruga, en la silla blanca que tiene en su cuarto. La cocina en orden, apaga absolutamente todas las luces y por fin se desploma en la cama, una caída con alivio y relajante, pero su mente no acorde a su cuerpo, hace ruido esta  desordenada,  sabe que la mañana  iba a ser  larga y todo continuaba muy gris.
El día está muy peligroso, ella tiene que viajar  200 km a encontrarse con un viejo amor, el encuentro está previsto hace  4 meses, 4 meses que se hicieron largos.
Ana desayuna ,  en pijama  sin peinarse toma las llaves del auto y sin importar nada , sale,  no se ve mucho, pero Ana arranca , las calles de la ciudad están calmas, todo viste de blanco, los semáforos no funcionan, y no anda un alma ,  toma la ruta sin precaución,  y aprieta el acelerador,   va muy fuerte y como si flotara entre nubes, en la ruta no pasa un solo auto, Ana aturdida por su música y cantando en voz muy alta, de golpe pisa la banquina, el volante empieza a girar y Ana pierde el control, grita,  la invade el miedo, no sabe que hace ,  trata de girar el volante pero no le responde, el auto sigue andando a mucha velocidad pero ella no puede hacer nada, hasta que da con el freno, y el auto empieza a girar , ella grita desconsoladamente, al mismo tiempo que da vueltas y vueltas.
Ana  salta asustada de la cama como si estuviera cayendo, había tenido una pesadilla, mira el reloj y todavía tiene una hora más para dormir.
7 am suena el despertador,  se sienta en la cama permanece en silencio un instante se levanta  e inmediatamente se cuelga de la ventana  la  abre y las nubes siguen  intactas, el cielo  blanco y una especie de humo estancado que cubre  la ciudad, agacha la cabeza  y arrastrando los pies llega a la cocina ,   carga la pava de agua y a la apoya suavemente sobre la hornalla como todas las mañanas, pero esta vez el mate lo preparó con desanimo.
 Su dilema es  si emprende  o no el viaje que tantas ganas tiene de hacer, pero el clima no la acompaña, sentada en la mesa de la cocina mientras tomaba uno y otro mate, su cara estaba relajada pero su ceño sigue fruncido, y sus ojos van de la pava al reloj.
Se cambia con la ropa que había quedado acomodada del día anterior, impecable, se mira varias veces al espejo, se recoge el pelo,  luego lo suelta y termina con media cola, entre sus varios perfumes elige el preferido, se vuelve a mirar al espejo controlando que todo vaya bien , y sale, corrobora que la puerta este cerrada, tocando el picaporte del lado de afuera, empieza a caminar hacia el auto que estaba a un metro de distancia y ni lo ve, es como si caminara sobre una fuente de vapor frío, las calles están húmedas,  ya era horario de que empiece a amanecer pero el sol no tiene  en sus planes ni asomarse.

Enciende el auto y con el ruido a motor de fondo, deja caer los brazos, su mente esta repleta de preocupación, hay que arriesgarse para vivir le dicen sus ganas, pero el pajarito le recuerda que es muy peligroso salir. Con una mirada perdida  hacia el frente  toma conciencia, el miedo la agobia, pasa su mano sobre el pelo 2 o 3 veces, y ni se mueve, Ana esta inquieta, su atmósfera preocupada, pero igualmente decide cancelar el viaje.

La mujer del pasado

De su rostro solo se ve cómo sus dos ojos celestes iluminan el camino sombrío que tiene enfrente, un camino que tiene clausurado, que no puede transitar por sí sola dejándose guiar por sus deseos y necesidades.  Un camino turbio que está truncado por el hombre, por el ser humano en su esencia quien arrastró mandatos de aquellos a quienes se les cantó promulgar que la mujer era cuasi un objeto. Dos orificios con un bello color, con una luz vigorosa y penetrante que  a gritos pide libertad, demanda decidir por sí misma y así dejar de  ser sometida y manejada cual si fuera un ente, pide  poder crear y transitar su propio sendero como ser individual sin tener que ser obligada a decidir y a hacer, sin tener que acatar y agachar la cabeza cada vez que un hombre la maltrata o la señala con el dedo exigiéndole su cumplimiento.
 Una túnica negra le envuelve el resto de su rostro, apenas pudiendo oír y oler, pero sin dudas bloqueando su boca sin dejarla expresarse.
 La intensidad de la luz celeste que sale de esa mujer  quiere despejar el camino para poder ser, y así poder entregarse al placer dejando atrás lo más arduo; su propia castración, la que le impide disfrutar sin culpa, pero  sabiendo que es lo más difícil de despojar. Y si el camino se logra desembrazar también  podrá darle  vía libre a su albedrio, a su deseo,  y  así poder arrebatarle el control remoto de su vida a quien lo tenga.


Estrellas lunáticas.

La noche llega sin que nadie la llame, algunos la desean otros la detestan. Puede que alguien en soledad quiera que pase rápido, y otro acompañado que sea eterna. Pero de todos modos se impone con su inmensidad negra y vemos como las estrellas nos regalan un espectáculo. Cada una tiene su lugar fijo, algunas brillan más, y otras menos. Entre ellas se pusieron de acuerdo para formar constelaciones eternas. Algunas están más lejos y otras más cerca. Cada tanto se camufla algún satélite que quiere hacerse pasar por una estrella, pero su desplazamiento lo delata. También nos traen suerte, esas son las estrellas fugaces, que caen rendidas deshaciéndose en la infinidad oscura, y nos regalan la oportunidad de pedir un deseo. La luna no quiere pasar desapercibida, también da su espectáculo cambiando de fases, a veces mas sumisa y otras con su orgullo se impone frente a las estrellas opacándolas con su luz.



Comodidad incómoda.

Éramos tan afortunados que nos teníamos. Nos deseábamos. Nos necesitábamos. Parecíamos un ombligo mudo, no podíamos ver más allá de ese centro derrumbado.
Nuestras miradas enredadas se entretejían, tratando de llegar a algún lado, pero no había caso, estábamos abatidos.
Éramos esclavos de nuestros sentimientos y parecía que no había salida.  Teníamos la esperanza de encontrar en algún lado la libertad. Pero aun no estábamos preparados para no tenernos. Ninguno podía sentir ese gran vacío necesario, porque sentíamos que nos necesitábamos a pesar del daño que nos hacíamos.

El sol nos enfriaba cada vez más, moribundos, solo balbuceábamos libertad.

Domingo

Me despierto, una confusión recorre mi cuerpo, no recuerdo bien qué pasó anoche, miro el reloj y son las 7 de la mañana, siento los vestigios del bruxismo. Tomo mi ropa del suelo y comienzo a cambiarme. Cuando estoy lista, me acerco a la puerta y salgo.
Comienzo a caminar, la ciudad se enmudeció, está totalmente sosegada, y el cielo se estancó en el color blanco. Sólo se escuchan mis pasos, y si cada tanto piso, alguna hoja seca.

Voy mirando hacia adelante, y escucho un llanto agudo a lo lejos, me voy acercando, es una mamá acunando a su bebé que no se puede dormir. Sigo camino y de atrás siento la cadena de una bici vieja quejándose, me doy vuelta y es un señor apenado con ropa de seguridad yendo a trabajar. Una ráfaga de olor a alcohol y cigarrillo llega a mi olfato, es una adolescente despeinada y con los tacos en la mano que vuelve de bailar. Sigo deambulando, y no entiendo mucho. De pronto empiezo a toser por la tierra suspendida en el aire que chocó con mi nariz; es una señora mayor que está barriendo la vereda. A lo lejos viene un auto, y es un taxi. Se me hace agua la boca al sentir el olor a pan caliente que lleva el abuelo. Voy llegando al centro y dos o tres señores con el diario debajo del brazo van en busca de un café. Freno, pienso todas las personas que crucé en el camino y entiendo todo. Doy media vuelta y retomo la caminata hacia mi casa a seguir durmiendo. Me confundí de día. 

martes, 1 de septiembre de 2015

Vestigios de algo lindo

    El cielo esta eternamente negro, sin embargo, observo como las estrellas y la luna le dan vida a la oscuridad. 
    Mis ojos están incrustados en esa noche, pero de a poco, la pesadez de mis párpados los hacen descender, al mismo tiempo mis pupilas solo ven negro. 
   Tu imagen atrevida se me cruza, y sin mi consentimiento aparecen todos los recuerdos de lo que fue nuestro amor. Comienzo a sentir como si tragara algo vacío, y ese vacío seco comienza a caer despacio por el interior de mi cuerpo , dejando frío cada sitio que toca. Luego a penas debajo de mi pecho  se convierte en un nudo que me deja sin respiración. 
   Con la garganta seca y empeño, levanto mis parpados y así vuelvo a ver la luz, ante tanta inmensidad oscura.



El deseo en las siluetas

   Nuestras siluetas enfrentadas, vos siempre tan elegante y yo con mis pantalones anchos. La remera holgada estaba como si se quisiera caer de mi hombro, el sostén descansando en la cama y mis pies fríos rozando el piso.    
   Mi piel pálida, las ojeras haciéndose notar. 
   Yo te miro y se me cae la ropa, es la desilusión mezclada con las ganas. Desvío la cabeza hacia arriba para encontrar tu mirada, y ahí están tus ojos, esos ojos que se entrelazan con los míos y de ese encuentro hacen una fiesta. 
   Mis dos brazos agotados a los costados de mi cuerpo. Levanto una mano con empeño y va directo a tu mejilla. Cuando intento tocarte, tu imagen desaparece. Cierro los ojos buscando la esperanza de que estés ahí, los vuelvo a abrir y no estás. 
     Sólo quedan vestigios de tu aroma.





Desde abajo

La  casa esta  opaca, el living  es muy amplio con techo alto y enormes ventanales que dan al jardín, el cielo se ve  gris, los arboles están desnudos   sus hojas amarillas visten el suelo,  se siente vacío frío y una suave ráfaga de aire que toca mi nariz huele a humedad, hay  varias personas sentadas en los radiantes sillones blancos, apoyando sus tasas en la mesa ratona y yo en el corralito.

Logré pararme agarrándome de la fina soga  que me separa  de los adultos, mis dedos se entrelazaron fuertemente, la soga no podía respirar, y ahí quedé intacto, mis ojos se agrandaron ,casi ni parpadean y con solo 50 cm de altura observo, ellos toman el té, hay  un hombre y  dos señoras,  recorrí el rostro de cada uno de ellos, los peinados están fijos, los ceños se fruncen, los ojos se agrandan y achican, las bocas no dejan de expresar su asombro  y conversan, las voces todas juntas suben y bajan, quejas ruidos, gritos la verdad  yo no entiendo  mucho,  pero  el ambiente está invadido por  olor a preocupación, la atmósfera está muy densa.


Mis dedos se fueron relajando, uno a uno, hasta que me solté, la soga respiró y yo me  desplomé en el colchón, como cuando un fruto cae de su árbol, por la  fuerza de la gravedad y la necesidad de no escuchar, y allí están mis juguetes, por fin silencio, por fin me encontré con el alivio. La paz se siente  acá abajo.