Tan acostumbrada a que cuides de mí y de a poco el rol se fue
invirtiendo, soy yo quien cuida de ti. Arrancaron los olvidos esporádicos, esos que
hasta tomamos con humor. Luego comenzaron a ser cada vez más frecuentes,
pero parecía que elegías que recordar y
que no. Ahora ya no elegís. Tus olvidos te privaron de la libertad de viajar en
el recuerdo.
Tu pasado intacto está
aferrado a la memoria. Tu presente tan volátil como el alcohol.
….Cada acto se
vuelve efímero en el recuerdo….
A medida que el olvido se vuelve rutina, mis ojos se entristecen.
Pasaste de no recordar tus andanzas del fin de semana, a olvidar que almorzaste hace un rato. Sabías todo sobre
mí, ahora hasta se te esfuma mi vida.
…Tu refugio para mi es el arte, para vos la pintura…
Te rehúsas a no recordar, y eso habla de tu fortaleza y
valentía. Por eso la insistencia de querer
volver a cada olvido, preguntando una y otra vez. Y yo, ejercité mi
paciencia para responderte, hasta sentirte bien.
Ver cómo se van evaporando los recuerdos, y lo sublime de
cada información que recibís me hacen temblar como un niño. El esfuerzo por
querer recordar algo, es un acto en vano, angustiante para todos.
Te caracteriza la magia de salir corriendo del olvido, con
una risa, o un chiste tan vivo como tus ganas de seguir recordando.
Pasa el tiempo y el
recordar es cada vez más fugaz. Aún me reconoces, pero no quiero ni imaginar el
día en que no sepas quien te abraza, mi mundo se desvanecerá.