martes, 28 de febrero de 2017

El ocaso de la esperanza: una joven argentina desencantada

Para que nazca un nuevo País, su vieja política debe ser sentenciada al oblivion.

Durante mucho tiempo me sentí ajena a todo lo que pasaba a mi al rededor en la Argentina, quizás por inmadurez, falta de interés o egoísmo no lo sé.

Pero hace un tiempo, sobre todo cuando me inserté en el ámbito laboral, comencé a dejar de sentirme ajena a todo lo que pasaba en la sociedad.

En principio con todas las fuerzas me metí en la lucha por mi País, desde mi lugar aportando mi punto de vista, luchando por expresar opiniones y viendo como aportar algo para que mejoremos como sociedad.

De a poco empecé a ver otra cara, el manejo de los políticos, intereses personales, el funcionamiento de los gremios y la actitud de cada argentino en particular.

Empecé a indignarme y expresar mi desacuerdo con todos las orientaciones políticas (las veía a todas sucias), ahí recibí muchas críticas, sobre todo me decían que si no tenía un ideal, nunca iba a hacer nada por el País. Pero yo insistía en que un ideal condiciona, cega, te envuelve.

Las últimas elecciones en Argentina fueron muy conventilleras, mucha agresión pero por sobre todo, dividió aún más a los argentinos, generando violencia que hasta el momento nunca había visto (¿eso queremos para nuestro País? el ejemplo lo es todo).

Luego de eso tuve que tomarme un descanso mental por decirlo de alguna manera, ya ni sabía lo que pensaba, leyendo tantas cosas tan opuestas pero que se disfrazaban de verdad.

Cada vez estoy más convencida que una ideología política es peligrosa. Una persona que se deja envolver por una ideología política, termina cayendo en la ignorancia, en la no flexibilidad.

Y sin flexibilidad, nunca vamos a avanzar como País. El mundo evoluciona y nosotros tenemos que ser flexibles al cambio para evolucionar como sociedad y encajar en lo nuevo. Esta claro que teorías viejas, en un mundo moderno no funcionan.

Vamos a un claro ejemplo, hoy hay lucha de docentes en la Argentina, una persona que hoy está con el gobierno actual crítica a los docentes por parar, la misma persona que hace dos año atrás los apoyaba por ir en contra del Kirchnerismo. Entonces que criterio tiene esa persona, a dónde vamos a llegar cómo País si mucha gente actúa dejándose envolver por el orgullo de pertenecer a un partido político.

Por otro lado, personas que cambian directamente de ideal político por conveniencia y seguir teniendo su puesto en el gobierno. Lo escuche con mis propios oídos (Dónde vamos a llegar como País y sociedad si tenemos gente así).

Luego comencé un viaje dejando atrás Argentina.

Viajar es parte de un desarrollo personal, pero también, busco enterarme de la política, lo social, como vive la gente, tratando de entender un poco, pero no porque quiera entender a ese País en sí, sino porque quiero entender que es lo que pasa en Argentina.


Estuve en Europa, en Francia y España a grandes rasgos y salvando las diferencias, me encontré con cuestiones similares a Argentina, una sociedad cansada y desbastada por la corrupción y el robo de los políticos, elecciones, un gobierno de derecha y uno de izquierda dividiendo a la sociedad.

En España, 6 meses sin gobierno, la sociedad dividida a la mitad (o casualidad), por un lado el gobierno actual y por otro un nuevo gobierno prometiendo EL CAMBIO , “podemos” (casualidad?), y por otro lado un Rey que no se moja las manos por ninguno.

Al mismo tiempo que en EEUU se escuchaba la voz de la asunción de Trump.


También hablé con personas de otros países, dónde todo funciona a la perfección, pero tampoco están conformes.

Después me vine a Tailandia un país con monarquía y altamente influenciado por la religión budista. Por lo que puedo entender y ver, las personas están unidas (en su mayoría) tanto política como religiosamente, la gente es feliz, y ellos son todos hermanos, nadie pasa hambre! Son personas que no tienen demasiada ambición de mejorar, viven de una manera precaria, y están conformes con eso, no luchan por mejorar.

Hoy me surge otra vez la necesidad de involucrarme en los conflictos de Argentina y me siento sin esperanzas, quiero contribuir con mi grano de arena pero no sé cómo.

Mi desánimo viene por no entender, no saber que buscamos, y está claro que si no sabemos que buscamos y seguimos basándonos en: los propios intereses, cada uno defendiendo una ideología política olvidándose de sus criterios, robos, corrupción, violencia, todos sabemos que hay detrás de los gremios pero no hacemos nada, todos sabemos que hay detrás de los políticos pero no hacemos nada, así no vamos a llegar lejos.

Mientras nosotros pasamos tiempo debatiendo por las redes sociales el gobierno se nos caga de risa y sigue afanando.

Mientras decidimos sí hacer o no hacer paro docente, el gremio está tranzando con el gobierno.

No entiendo que buscamos como País, desde que tengo uso de razón hasta ahora, veo los mismo comportamientos y los mismo resultados. 

Pasamos por muchos gobiernos, pero los docentes siguen en la misma lucha, los hospitales siempre se cayeron a pedazos, la gente nunca llegó, ni llega y si seguimos así ni va a llegar a fin de mes, la inseguridad aumentó, la pobreza aumentó (todo esto suena en mi cabeza desde que soy chica).

Es tiempo de pensar en cambiar, en que éste modelo no sirve más. 

Cuando los médicos hacen paro, las personas se quejan porque no hay atención en los hospitales (imagino que algún docente se debe quejar), cuando hacen paro los docentes, los padres de los alumnos se quejan (imagino que puede haber algún médico padre de algún alumno en la queja), cuando los trabajadores cortan las calles , otros argentinos se quejan. Cuando la farmacia corta el PAMI se quejan los abuelos. Con esta des-union y esta falta de apoyo lejos no vamos a llegar seguro.

Los mejores resultados al menos lo que he visto, llegan desde la unión.

Si miramos el mundo hace 50 años, no tiene nada que ver con el mundo de ahora, ahora hay otras herramientas, otras mentalidades, otras necesidades, aprovechemosnos de eso para aplicarlo en este momento.

Yo considero que la política se tiene que modernizar, la vieja política ya no va más en un mundo que cambió tanto. 
No podemos seguir hablando de política acorde a lo que fuimos programados por el pasado.

Tenemos que aprovechar positivamente este gran cambio de paradigma, y utilizarlo para mejorar la política actual (que ya caducó). 
Hay que pensar en el presente, no en lo que fue hace un siglo atrás.

Es necesario un sistema político, en dónde la mayor participación la tenga el pueblo la gente, ya que somos nosotros los principales interesados en que la Argentina funcione bien.

Tenemos que ser nosotros quienes controlamos a los políticos y no al revés.

Tenemos que participar nosotros en la sanción de leyes para que dejen de votar leyes que sólo favorece a los gobernantes.

Tenemos que terminar con esta falsa democracia.


Siempre escucho “los jóvenes son el futuro del País” pero las mismas personas que dicen eso, al mismo tiempo están diciendo que nosotros no vivimos tal o cual época, y que somos muy jóvenes para entender tal situación. Entonces nos cohíben.

Los jóvenes somos ahora, no se puede ser y haber sido como me dijo una sabia persona.

Tenemos otros puntos de vista, otra educación otra crianza. No podemos querer hacer algo con teorías que no vivimos y que tienen años y años de antigüedad, eso no sirve.

Me genera desesperanza querer hacer algo por mi País, pero no saber qué.

Soy una joven que quiere ver una sociedad contenta, pero no entiende que buscamos y hasta no descifrar eso, creo que no podemos avanzar.

Estamos envueltos en una lucha entre nosotros, sin salida.






miércoles, 22 de febrero de 2017

“De chatarras y tesoros”. La chacarita de Oyhamburu.

La chacarita al principio era un buen negocio, imaginate que el heladero venía y se paraba en la puerta, pero los fierros siempre van a existir y los usados son mejores. Muchos chicos venían a vender diarios, botellas y cartones, yo les decía que eran cirujas y no sabés cómo miraban la balanza. Mi papá murió trabajando en la chacarita, pero yo decidí cerrarla le dice Carlos Oyhamburu a Bernarda quien lo escucha muy atenta”.
Cada pista es una pincelada de ilusión, luego un fantasma bañado en curiosidad ingresa dentro de un niño, y cuando el niño encuentra algo luego de darle libre albedrío a su imaginación lo convierte en un preciado tesoro.
A las 12 del mediodía desde las calles de Chacabuco se sentía el sonido de una ciudad en movimiento, bocinas, chicos volviendo de la escuela, adultos saliendo de trabajar, amas de casa corriendo a la despensa del barrio, todos con ganas de llegar a casa para almorzar . El caos de a poco se apaciguaba, el sonido se iba disipando hasta convertirse en un verdadero vacío y sólo se escuchaba el silencio de las calles desérticas: comenzaba la hora de la siesta.
A Bernarda se le hacían eternas.
Ella sabía que José llegaba a las 14.30 pero su ansiedad le ganaba y un rato antes se colgaba de la ventana esperando que ese lugar pegado a su casa, donde ella jugaba a la búsqueda del tesoro, abriera sus puertas.
No sólo ella se dejaba envolver por su ansiedad, por la ventana también se veía la bicicleta cargada de cartones y botellas con varios perros galgos a su alrededor, era pita que estaba esperando lo mismo que Bernarda. 
Llegada la hora, veía que esas dos chapas rojas y altas dejaban caer su candado gigante y comenzaban a deslizarse dejando a la vista su lugar preferido: la chacarita de Oyhamburu, él nació en Cucha Cucha, a los dos años se fue a vivir a Salto, y allí fue su primer contacto con los fierros “las primeras palabras de todos los nenes son mamá y papá, la mía fue fierro” dice Oyhamburo orgulloso.
El padre de Carlos fue a trabajar con su abuelo, quien tenía chacarita desde 1800 y largos, según Carlos recuerda.
En 1969 Oyhamburu vuelve a Chacabuco y le compró la chacarita a Fanuce su tío.
Bernarda la descubrió por 1990, cuando la mayoría de los niños tenía que usar su imaginación para crear sus propios juegos. 
A veces jugaba a ser una exploradora, en medio de tantos tesoros buscando elementos para poder construir su casita del árbol, o el auto de los pica piedras. Y otras junto a sus hermanos y vecinos caminaban la manzana completa recolectando diarios y botellas. Sabían que Sonia aquella señora que vivió sola toda su vida tenía unos pocos diarios, pero al contrario Domingo un hombre, elegante, alto, y de pelo blanco siempre los sorprendía con una pila enorme. Los mismos que muchas noches jugando al “ring raje” los molestaban, al otro día se colocaban su mejor disfraz de inocentes para ir a mendigar diarios y botellas.
Cuando terminaban el recorrido, si la colecta no había sido suficiente, la travesura se apoderaba de ellos cuando llenaban alguna que otra botella con tierra o ponían una baldosa entre los diarios, ilusionados de que José no se diera cuenta.
Luego con toda su fortuna iban a la chacharita de Oyhamburu, arrastrando todo por un largo tramo de tierra, y llegaban a la tan esperada balanza, una balanza que se imponía frente a los niños mostrando su edad través del óxido, ellos se ubicaban en semicírculo todos alrededor de la balanza así como un ritual, expectantes de cuantas pesas colocaba José. Terminada la ceremonia José les daba anotado en un papel cortado a mano y con algo de tierra el peso de lo que habían llevado, ese papel que reemplazaba todo ese bulto de diarios y botellas y que en instantes se convertiría en monedas. Todos salían corriendo hacia la casa de Oyhamburu, golpeaban las manos y esperaban inquietos que él saliera, el tiempo en qué el agarraba el papel, lo leía y metía suavemente la mano en su amplio bolsillo del jeans buscando las monedas se hacía eterno. Sale con la palma abierta y muchas monedas, y con la otra mano Oyhamburu seleccionaba lo que les correspondía a los chicos, ese sonido del choque de monedas que salía del bolsillo de él llegaba a los niños con olor a golosinas y tortas negras.
Y así transcurría la niñez de Bernarda, entre bombuchas y manzanobas, rayuelas, payanas y el elástico.

Un día rumores no tan lindos comenzaban a rondar por el barrio, con un olor bastante amargo, pero a pesar de eso, y de que Bernarda ya no era una niña, seguía visitando la chacarita.
Los juegos iban cambiando, del “verdad consecuencia” adentro de los fititos abandonados, pasó a restaurar una bicicleta, y cuando se le ocurría una loca idea solo bastaba con atravesar los no tan grandes portones rojos, y que Oyamburu le diga “buscá lo que quieras, tomate todo tu tiempo y llevalo tranquila”
Pero aquel 25 de octubre de 2014 los rumores se materializaron, Bernarda estaba llegando a su casa y vio un movimiento extraño en la cuadra, autos y gente que entraba y salía de la chacarita. 
Levantó la mirada y caminó hacia adelante, pero había algo que la tiraba para atrás. Bernarda se paró mirando el portón rojo y había un palo negro y alto, lo recorrió con la mirada y en la punta se encontró con una bandera roja flameando. Se quedó en silencio y meditabunda tratando de encontrarle una explicación, hasta que llegó a sus oídos una voz gruesa que decía..” 100, 200, 200 a la una, 200 a las dos, cerramos en 200, tengo 300, quien da más, cerramos en 300, 300 a la una, a las 2 a la tres adjudicado al señor”.
Bernarda cierra los ojos y comienza a viajar al pasado, recordando todo lo que vivió ahí adentro. Al rato los abre y siente como si estarían rematando parte de su niñez. Se quedó intacta con la voz del martillero de fondo y viendo el sendero de cada persona que salía con algo.
El sol se escondió, la gente desapareció y se encontró ella sola con la chacarita vacía, cuando levanta la mirada, Pita se va llevando a tiro su bicicleta cargada, con sus fieles amigos y exclamando con enojo, “a Oyhamburu no le van a rematar nada”.
La melancolía insistía en apoderarse de ella, pero luego de un rato de soledad, Bernarda entendió que los recuerdos nadie se los podía extirpar, que no hacía falta tener la chacarita llena, solo con cerrar los ojos y recurrir a sus sentidos podía viajar a su niñez las veces que quisiera.
Bernarda luego de escuchar muy atenta a Oyhamburu se despide agradeciéndole sus palabras, y él la sorprende llevándola a un galpón, donde vuelve a sentir ese olor a oxido y tierra y se elije su ultimo tesoro que guarda con mucho amor.